sábado, 24 de marzo de 2012

A todo gas: Tokyo Rance

Shaun Boswell es un chico que no acaba de encajar en ningún grupo. En el instituto es un solitario, su única conexión con el mundo de indiferencia que le rodea es a través de las carreras ilegales, lo que no le ha convertido en el chico favorito de la policía. Cuando amenazan con encarcelarle, le mandan fuera del país a pasar una temporada con su tío, un militar destinado en Japón, que vive en un diminuto piso en un barrio barato de Tokio. En el país donde nacieron la mayoría de los coches modificados, las simples carreras en la calle principal han sido sustituidas por el último reto automovilístico que desafía la gravedad, las carreras de "drift" (arrastre), una peligrosa mezcla de velocidad en pistas con curvas muy cerradas y en zigzag. En su primera incursión en el salvaje mundo de las carreras de "drift", Shaun acepta ingenuamente conducir un D.K, el Rey del Drift, que pertenece a los Yakuza, la mafia japonesa. Para pagar su deuda, no tiene más remedio que codearse con el hampa de Tokio y jugarse la vida.

Esta tercera parte de A todo gas trae más de lo mismo: adrenalina pura envuelta en una trama de competencias más allá del asfalto. Pero en este caso la acción se sitúa en Tokio, ciudad agobiante y recubierta de tubos de neón. Hasta allí va a parar Sean Boswell, un americano imberbe más chulo que un ocho violeta, como único recurso para eludir la cárcel. El jovenzuelo en cuestión es un pirao de los coches y entra en contacto con la "crême de la crême" del lugar: maleantes, chulitos, yakuzas y tipas monas. Y lo demás es aprender la técnica del "drift", un tipo de conducción sin la cual en las carreras niponas no eres nada. El joven director Justin Lin no sale mal parado en esta secuela. Las carreras quitan el hipo materialmente y son más espectaculares que en las entregas precedentes. Hay, cómo no, una severa lucha por el territorio y por la chica buena del malo malísimo, así como una llamada muy "teen" a la irresponsabilidad: lo importante es hacer lo que realmente quieres sin mirar atrás ni al futuro (y tal y tal). Es cierto que le falta algo de carisma al protagonista, el semidesconocido Lucas Black (Cold Mountain, Jarhead), quien palidece ante sus eminentes predecesores, pero en un film como éste eso no tiene ni la más mínima importancia.


An American teenager named Sean Boswell is a loner in school, however he challenges his rival for an illegal street racing, and he totals his car in the end of the race. To avoid time in prison he is sent to Tokyo to live with his father who is in the military. As soon as he arrives he discovers a new, fun but dangerous way of street racing in the underworld of the streets of Tokyo, Japan.

"Va de 'neowestern' de ciudad, pero sus diálogos y personajes no llegan a alcanzar el nivel del peor de los 'spaghetti westerns'."
(Javier Ocaña: Diario El País)

Director: Justin Lin
Intérpretes: Lucas Black, Bow Wow, Nathalie Kelley, Brian Tee, Sung Kang, Leonardo Nam, Brian Goodman, Sonny Chiba, Vin Diesel
Guión: Chris Morgan
Música: Brian Tyler
Fotografía: Stephen F. Windon
Título Original: The Fast and the Furious: Tokyo Drift
Año: 2006
País: EE.UU.
Duración: 104 min.
Género: Acción

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