Como en otros trabajos de Van Sant –por ejemplo, Elephant–, el cineasta se aplica en la creación de una atmósfera especial, la del artista de vuelta de todo, sin grandes asideros vitales a los que agarrarse, hasta el punto de que prácticamente no le queda otra que morirse. Se trata de una de esas películas que requieren la complicidad y esfuerzo del espectador para sumergirse en ellas y de este modo ser recompensado. De modo inteligente, Van Sant introduce varios de los elementos que dan sentido a la vida en mayor o menor medida –la fama encarnada por los managers, la familia que intenta contactar con Blake, los mormones que representan la fe...–, y que en el caso del protagonista no parecen ser razón suficiente para seguir luchando. La escena del hallazgo del cadáver tiene fuerza, demuestra que Van Sant es un gran director, aunque su cine sea arduo y desesperanzado.
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Intérpretes: Michael Pitt, Lukas Haas, Asia Argento, Scott Patrick Green, Nicole Vicius, Ricky Jay
Guión: Gus Van Sant
Música: Rodrigo Lopresti
Fotografía: Harris Savides
Año: 2005
Duración: 97 min.
Género: Drama
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