
La película nos transporta a principios de s. XX, en concreto al año 1918 cuando el pintor Gustav Klimt (John Malkovich) yace en su lecho de muerte. A partir de ahí, le acompañaremos a través de sus visiones febriles hasta el pabellón austriaco de la Exposición Internacional, celebrada el año 1900 en París. Allí recibirá la medalla de oro por su obra y presenciaremos su eterna pero platónica relación con Emilie Flöge (Veronica Ferres), así como sus encuentros con el mago del cine Méliès, con el secretario de estado (Stephen Dillane), una opresiva figura paterna que persigue al artista como una inquietante sombra durante toda la película, y con la misteriosa bailarina francesa Lea de Castro (Saffron Burrows), con la que el pintor mantiene una apasionada relación.
Raoul Ruiz rompe moldes al ser la narración un juego caleidoscópico de oníricos recuerdos y visiones febriles y mortuorias que a veces se transforman en pesadillas. También juega brillantemente con una puesta en escena basada en espejos y distorsiones, con alguna planificación estupenda (un interminable travelling circular sobre una mesa y sus personajes que también giran), que le sirven para duplicar la realidad (homenaje a Méliès) con dobles e identidades indefinidas.
Dirección y guión: Raoul Ruiz. Interpretes: John Malkovich (Gustav Klimt), Veronica Ferres (Emilie Flöge), Stephen Dillane (secretario de estado), Saffron Burrows (Lea de Castro), Sandra Ceccarelli (Serena Lederer), Nikolai Kinski (Schiele), Aglaia Szyszkowitz (Mizzi), Miguel Herz-Kestranek (Dr. Stein), Paul Hilton (Herzog Octave), Karl Fischer (August Lederer). Música: Jorge Arriagada. Fotografía: Ricardo Aronovich. Países: Austria, Francia, Reino Unido y Alemania. Año: 2006. Duración: 97 min. Género: Biopic, drama.
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