
George Lucas ofrece en su debut parte importante de lo que nos ha mostrado a lo largo de su carrera. Lucas es un monstruo imaginativo capaz de crear mundos o universos diferentes al nuestro, mundos sorprendentes como el de "THX 1138". Pero nuestro a nuestro amigo George no le queda más que eso, porque como director es muy limitado.
El film trata sobre un mundo subterráneo en el que la voluntad de la gente está controlada por una cuidada dosis de drogas. Una especie de fábrica gigante de aburridos trabajadores que apenas se relacionan y en el que tienen prohibido el sexo.
Al tomar una dosis errónea, THX 1138 (Robert Duvall) parece despertar de su estado de esclavo trabajador y hace el amor con su compañera -ella le cambió la dosis de drogas a él- y los dos son detenidos. THX 1138 intentará escapar de este mundo subterráneo y extremadamente pulcro.
A pesar de la buena idea del film, y sus buenos decorados y efectos, Lucas no imprime a la película el ritmo necesario, y este experimento subterráneo se convierte en algo cansino y repetitivo, aunque también hay que reconocerlo, curioso. Lucas podría haberle sacado mucho más partido a esta peli de nombre impronunciable.

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