Insólita película del director chino Hou Hsiao-hsien, su personal homenaje a la capital francesa. Se trata de un encargo del parisino Museo de Orsay, que para celebrar su vigésimo aniversario invitó a cineastas de renombre a rodar obras más o menos rompedoras, con el único requisito de que el museo debía tener algún tipo de presencia. Hsiao-hsien aceptó la oferta, y curiosamente concibió una obra que son variaciones sobre dos temas preexistentes: por un lado, el lírico film de Lamorisse antes mentado -que el director no conocía hasta que viajó a Francia-, y por otro, un regreso a su amado arte de los títeres, tratado quince años atrás en El maestro de marionetas. Con estos mimbres ha urdido una trama agradable y sencilla, la vida misma, en la que prácticamente no ocurre nada. En tal sentido al film le falta un poco de vigor: está muy bien narrado, entendemos las pequeñas crisis de los personajes, y las escenas con el globo son un buen remedo, puesto al día, de las concebidas por Lamorisse; pero no hay una dirección clara hacia la que deba avanzar el film, y se nota demasiado el método de trabajo del director, que concibió la estructura del guión pero dejó los diálogos a la improvisación de los actores. Se apunta algún tema interesante, como la desestructuración de la familia, o la mirada del forastero a otra cultura, pero quedan sólo eso, apuntados.
Suzanne is charming but she is a mother snowed under by obligations. With her puppet shows, the classes she teaches and the two children, Simon and Louise, that she has been raising alone since their father left, she hasn't got a minute to herself. To help her, she takes in a young Taiwanese babysitter, Song Fang, who is a student at Paris University. On his way home from school, Simon, who is 7 years old, leads her through the streets and cafés of his neighborhood. Soon, Song Fang and Simon share an imaginary world: a strange red balloon follows them, even in the exhibition space of the Musée d'Orsay. While Suzanne is caught up in a court case involving her tenant downstairs, who refuses to leave, every day, Son Fang becomes more important in her life. In the end, it is Song Fang's Asian perspective that helps Suzanne get to grips with her life.
"Filmada con la sensibilidad que le caracteriza al director taiwanés, un estudio elocuente de la soledad y una deriva post-moderna" (Justin Chang: Variety)
"Un trabajo que camufla de sencillez su condición de discurso tan complejo como accesible, una obra inagotable en la que resulta tan relevante su resultado final como las estrategias puestas en marcha durante su proceso creativo." (Jordi Costa: Diario El País)
"Un globo cogido con alfileres. (...) tedio y pretensión (...) con su repertorio de planos secuencias y con toda 'la realidad objetiva' cerniéndose sobre los personajes y el espectador." (E. Rodríguez Marchante: Diario ABC)
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