Cuando Delicias turcas fue estrenada, el público y la crítica quedaron divididos. Para muchos era una obra maestra, una historia de amor que evitaba las superficialidades comunes del género, y uno de los más logrados exponentes del cine erótico de la naciente revolución sexual de los ’70, representada por films como El último tango en Paris (Last tango in París, Bernardo Bertolucci, 1972), y luego, por El imperio de los sentidos (Ai No corrida, Nagisa Oshima, 1975). Para otra gente, no era más que pornografía sin sentido. Peor reaccionaron las organizaciones feministas: la consideraban una obra misógina, repulsiva e inmoral. Verhoeven tuvo problemas hasta con su propio padre, quien solía aprobar su trabajo pero no quiso ver su nuevo opus porque en una de las escenas iniciales, Eric dice coger mejor que Dios.
Pero, como suele suceder, estas acusaciones no hicieron más que llamar la atención sobre la película. De inmediato se convirtió en un gol de media cancha, y no paró hasta ser la película holandesa más taquillera de la historia de ese país. También fue nominada al Oscar como la Mejor Película Extranjera, pero perdió a manos de La noche americana (La nuit américaine, François Truffatut, 1973). En 1999, los responsables del Festival de Cine de los Países Bajos la nombraron la mejor película holandesa del siglo XX.
Sort of a cross between "Love Story" and an earthy Rembrandt painting, this movie stars Rutger Hauer as a gifted Dutch sculptor who has a stormy, erotic, and star-crossed romance with a beautiful young girl. The story follows the arc of their relationship and his interaction with her family. Told in flashback form, initially Hauer is seen as a libertine lothario collector, taking trophies from his sexual conquests and pasting them in a book. He sees a sculpture he made of his lost lover and goes into a flashback of his relationship with his wife. He meets the girl, falls in love with/marries her, and we meet her parents: a charming, well meaning, bumbling father, and his shrew of a wife, who's convinced Hauer's too much of a bohemian to make a good mate for her daughter. Eventually, the petty jealousies, the sexual hijinks, and the climactic vomit scene prove too much for the marriage, and sculptor and his lady fair separate. Flash forward several months, and Hauer finds the girl back in Holland after an American sojourn. Their reunion is short lived; the somewhat melodramatic ending mirrors "Love Story".
Un clásico del género. una historia de amor poco convencional. El Coleccionista
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